martes, 15 de noviembre de 2011

DE LA DIALECTICA DEL PROHIBICIONISMO, A LA CIENCIA DE LAS DROGAS...Propuesta realista ante la ficción del prohibicionismo

En la actualidad vivimos inmersos en una crisis ya no social, sino civilizatoria, la cual, se caracteriza por conjugar múltiples factores hacen de la realidad social un elemento insostenible a nivel biológico y cultural. En medio de este caos, la sociedad, los individuos y los estados enfrentan un factor de crisis a todo nivel, la crisis de las drogas, específicamente la crisis política de las drogas.

Este escrito se propone exponer algunas contradicciones internas de la política sobre drogas que aplica desde principios del siglo XX, y en la actualidad es una de las taras más nocivas y dañinas que hemos heredado del proyecto ilustrado moderno. En un segundo momento se presenta la ciencia de las drogas como disciplina que puede solucionar en parte los problemas derivados de la prohibición de las drogas.

Los fundamentos teóricos de la primera parte de este trabajo parten de algunos postulados expuestos magistralmente por Max Horkheimer y Teodoro Adorno en “La dialéctica de la Ilustración”, sumado a elementos extraídos del influyente trabajo compilado por Juan Gabriel Tokatlian, en “Drogas y Prohibición: Una vieja guerra, un nuevo debate”. En segunda instancia se parte principalmente de un trabajo de investigación sobre el estado del arte de la ciencia de las drogas realizado por quien escribe y publicado en la revista “Multitudes Invisibles” (Número 1) del Observatorio de las Juventudes de la Universidad del Tolima .

Del primer enfoque teórico que fundamenta esta presentación se resalta que la Ilustración, como proyecto moderno que va en pro del desarrollo humano, no solo entra en crisis, a la vez resulta ser un programa fallido desde sus principios y fundamentos. Los valores que sostienen la ilustración entran en desuso. La dialéctica de la ilustración en este caso se fundamenta en la inoperancia de un programa moderno en el cual los derechos humanos que se promueven no aplican. Un proyecto que se fundamenta en valores ilustrados que no son reconocidos o son vilipendiados por los políticos y la sociedad civil, asfixiando al individuo, generando caos global.

Teniendo en cuenta este lúgubre panorama en un segundo momento debemos cuestionarnos por la Ciencia de las Drogas, lo cual nos conduce a preguntarnos por el conocimiento sobre estas sustancias en su mayoría derivadas de plantas. ¿Cuál es el antecedente histórico de la ciencia de las drogas? ¿Cuáles son los desarrollos científicos que se ha realizado por parte de las diferentes disciplinas científicas? ¿Cuál es el postulado epistemológico para el abordaje de estas sustancias y sus aplicaciones? ¿Para qué sirve hablar de la ciencia de las Drogas?



DIALECTICA DEL PROHIBICIONISMO A NIVEL DE LAS SUSTANCIAS.

Partiendo de la crítica a la Ilustración, propongo resaltar algunas de estas contradicciones al interior del compendio de las políticas sobre drogas. En este punto la metodología de exposición tiene en cuenta tres niveles de análisis puntuales, la sustancia, el individuo, y los contextos sociales de las políticas sobre drogas. Posteriormente me atreveré a sugerir un modelo de tratamiento de las drogas que se fundamente desde la Ciencia de las Drogas y se enuncie desde una política cultural sobre drogas menos dañinas y sofocantes.

Teniendo como objeto de análisis las sustancias “drogas” en sí mismas, podemos enunciar algunas contradicciones:

- En la mayoría de estatutos, leyes, decretos de ley, y reglamentaciones sobre drogas, no se encuentra una definición clara y puntual de lo que se puede entender a ciencia cierta como “drogas” o “droga”. Las definiciones encontradas en algunas leyes sobre drogas en Argentina, Colombia, o Panamá definen estas sustancias a nivel psicofarmacológico, lo cual genera un significado de las sustancias altamente anómico, patológico y desviado.
- Otro aspecto contradictorio son las clasificaciones de las drogas, las cuales están subordinadas más a la rústica taxonomía de la lista de drogas peligrosas impuesta por la ONU, que a los criterios científicos veraces. A este aspecto le podemos sumar la ausencia de una clasificación social de las drogas que vaya más allá de medicinales o “toxicas”, ilícitas o licitas, legales o ilegales; que de paso a una clasificación de las drogas como tradicionales, recreativas, sagradas, de divertimento, lúdicas y mucho mas...
- En algunos tratados y leyes sobre drogas como en el Estatuto Nacional de Estupefacientes se persiguen sustancias de corte vegetal-natural, y no se es claro con la situación legal de sustancias legales de uso ilegal, las cuales resultan más dañinas que algunas prohibidas. Ejemplo los hipnóticos y sus familias barbitúricos y benzodiacepinas.
- El prohibicionismo persigue sustancias “peligrosas” según el nivel de adicción que estas generan, incluyendo sustancias como las alucinógenas, las cuales no generan dependencia física ni psicológica por ende no se desarrolla adicción. A la par adjudican estas características de adicción a sustancias como la marihuana, la cual solo genera dependencia psicológica, por ende no hay síndrome de abstinencia marcado.
- La Prohibición de las drogas, especialmente la persecución a precursores, genera la fabricación de sustancias no aptas para el consumo humano. Además, la prohibición de las drogas sumado a la avaricia y sed de lucro de algunos jibaros genera sustancias con cortes altamente perjudiciales para la salud.


DIALECTICA DE LAS POLITICAS SOBRE DROGAS A NIVEL DEL INDIVIDUO

A este nivel se debe tener en cuenta que la base y fundamento de la sociedad moderna es el individuo, por tanto los estados y las sociedades civiles se comprometen desde un principio en salvaguardar y hacer respetar los derechos humanos fundamentales; entre ellos y en estrecha relación con las drogas están el derecho a la salud, el libre desarrollo de la personalidad y el derecho a la diferencia cultural (lo multi y pluri étnico)

- La prohibición de las drogas desconoce derechos humanos fundamentales como lo es la libertad de elección y acción, la mayoría de edad, y el libre desarrollo de la personalidad y la conciencia.
- La prohibición de las drogas desconoce los variados efectos que a nivel psicológico generan las sustancias en el individuo. A la vez desconoce la naturaleza biológica del fenómeno y los diferentes estados de conciencia al cual conducen el uso, abuso o consumo de estas sustancias.
- La prohibición de las drogas desconoce la historia incorporada de los individuos como posible factor de riesgo y problemas a la hora de relacionarse con estas sustancias (un individuo traumatizado en su infancia o mayoría de edad posiblemente desarrolle una relación problemática con estas sustancias)
- En este orden de ideas el prohibicionismo de las drogas desconoce los diferentes niveles de uso, así como los diferentes sentidos y funciones que pueda tener el uso, consumo, o abuso de drogas para el individuo. Pasa por encima de usos tradicionales de plantas ancestrales, de usos culturales de carácter lúdico.
- En la actualidad estas sustancias están restringidas al uso médico, en la práctica se obstaculizan estudios de avanzada sobre estas sustancias, y el uso médico aplica en sociedades privilegiadas primermundistas como la Canadiense donde los individuos tienen acceso a la salud.



DIALECTICA DEL PROHIBICIONISMO DE LAS DROGAS A NIVEL DEL CONTEXTO SOCIAL

A este nivel se debe resaltar los variados elementos contradictorios que a nivel de contexto social genera la prohibición de las drogas, haciendo énfasis en el contexto político de guerra contra las drogas.

- A nivel contextual el prohibicionismo genera una cultura farmacopuritana fundamentada en el tabú y el miedo a los desconocido; generando un ethos unidimensional y ascético que impone conductas adecuadas y pautadas al orden y juicio en la población mundial.
- El prohibicionismo desconoce y anula los usos tradicionales que pueden tener y tienen algunas de estas sustancias en contextos chamanicos, o al interior de la contracultura o subculturas occidentales. (Se ataca la Hoja de coca o el Yaje del taita o chamanes, y la marihuana o los hongos de multitudes de individuos occidentales)
- El prohibicionismo de las drogas parte de la ignorancia. Las estrategias pedagógicas sobre drogas brillan por su ausencia. La ignorancia sobre drogas aún no se tiene en cuenta como factor de riesgo por parte de los estilos socio sanitarios de atención a los “adictos”.
- Las políticas prohibicionistas de drogas generan mafias y carteles, los cuales inciden en la economía y el estilo de vida de la sociedad civil. Efectos como la guerra entre carteles, la cultura traqueta y el engorde bélico de la s FARC y los paramilitares es el resultado de la aplicación de políticas prohibicionistas de drogas.
- Los estilos políticos de reducción de daños, mitigación y prevención se aplican de manera dispareja y anacrónica en países desarrollados y subdesarrollados. La reducción de daños por ejemplo se aplica desde hace dos décadas en países como Inglaterra, Suecia o España. En América latina Brasil y Argentina sólo adoptan este modelo de intervención la pasada década.
- Las políticas prohibicionistas de las drogas genera más daños que soluciones. Además de desconocer el derecho humano a drogarse y modificar la conciencia, genera mafia, narcopoliticos, corrupción policial, dinero negro, una ganancia del 77% para las mafias norteamericana, desplazados, mutilados y el desastre ambiental de las fumigaciones con glifosato y el vertimiento de químicos derivados del procesamiento de drogas a las cuencas hídricas.
- Por último, el prohibicionismo de las drogas es parte del programa moderno que vende un estilo de vida que pretende en un principio velar por la salud mental y física del individuo y la sociedad, lo cual entra en desuso y solo sirve para gestionar millonarios planes como el fracasado Plan Colombia, que solo sirvió para engordar ejércitos y así velar por el orden y control de una negocio, que en últimas, de él, son los CAPOS.



CIENCIA DE LAS DROGAS. El conocimiento vedado

Acorde con los planteamientos del activista e investigador Martin Barriuso Alonso, la prohibición de las drogas tiene una estructura tripartita que consta del tabú cultural, la constante reforma de leyes antidrogas, y la aplicación de la guerra contra las drogas. Hablar de Ciencia de las Drogas nos exige develar este tabú y acceder a un conocimiento vedado durante milenios. Conocimiento oculto desde el mismo momento que se da la expulsión de aquel paraíso, paradójicamente, por haber comido del fruto del bien y del mal, aquella manzana psicoactiva.

El antecedente histórico más antiguo del uso de drogas por parte del homínido viene datado desde hace unos 55.000 años, derivado de hallazgos arqueológicos en las cavernas de Shanidar IV en el norte del actual Irak (Rudgly Richard; 2000: 177-198). No obstante los compendios sistematizados sobre el uso de estas sustancias se evidencian al interior de cada civilización mostrando fines medicinales, industriales y religiosos marcados.

El recorrido histórico nos lleva a destacar como los Sumerios usaron drogas como el Sen, Beleño, Opio o la “planta de la alegría”, con fines medicinales altamente detallados. Luego los chinos generarían uno de los estudios botánicos más completos y desarrollarían el uso “industrial” del cáñamo mediante papel, textiles y fibras. Los Egipcios plasmarían en los papiros del médico Ebers cerca de 877 drogas derivadas de plantas como el cannabis, Opio y Tomillo.

En la India el conocimiento sobre drogas reposa en el Rig Veda, el cual contiene numerosos poemas dedicados al Soma, droga religiosa que aliviaba el dolor y aumenta la fuerza vital. Luego los Griegos sistematizarían y consolidarían el conocimiento sobre drogas. Hipócrates, Aristóteles, Teofrasto y Dioscórides describen, asignan propiedades y virtudes, fundamentan la botánica, y sientan los fundamentos de la farmacopea contemporánea a partir de plantas precursoras de sustancias hoy comúnmente llamadas drogas.

En medio del encuentro de nuevas tierras la cultura europea se topa con nuevas plantas de uso medicinal y religioso que en parte potenciarían el surgimiento de la farmacia actual. Luego en el Medioevo y su oscurantismo se lleva a cabo la cacería de brujas, de lo cual solo sobreviven las triacas galénicas las cuales abonan el terreno para que Paraselso (1443-1541) funde la medicina moderna con alto grado teórico. Luego James Johnston con su obra “Química de la vida común” (1855), Ernest Freiherr Von Bibra con “Las delicias necróticas y el hombre”, (1857), y Mordecai Cooke con su obra “Las siete hermanas del sueño” de 1860, aportan descripciones detalladas de plantas precursoras de Drogas, registros botánicos de estas plantas y algunos resultados químicos de síntesis.

Posteriormente hacia finales del siglo XIX son viajeros, etnólogos, etnógrafos y antropólogos clásicos quienes describen estas sustancias en contexto tradicional. Se genera la clasificación vigente sobre drogas por Lauis Lewin hacia 1924 y personajes cercanos a la química inician el perfeccionamiento de procesos de síntesis y autoexperimentación o bioensayos con Drogas (Ott; 1998:29 ss).

Este recorrido “evolutivo” de la ciencia de las Drogas culmina (por el momento) en 1938 y 1943, momento en el cual Albert Hoffman trabajando para laboratorios Sandox sintetiza por error la Dietilamida del Acido Lisérgico o LSD 25 por su nombre clave. Pasaron 5 años para que los efectos potentes de dicha molécula llegaran al SNC de Hoffman y se comprobara la síntesis del alucinógeno más potente que hasta el momento conozca el hombre.

Este suceso se reforzaría con los trabajos a nivel etnomicologicos y etnobotánicos realizados por Gordon Wasson y Richard Evans Schultes. El primer autor redescubre la práctica chamanica con hongos alucinógenos alrededor del mundo y el segundo explora a profundidad la botánica usada por poblaciones tradicionales en estrecha relación con plantas precursoras de Drogas.

Actualmente se plantea la Etnofarmacognocia como una disciplina tripartita fundamentada en 3 componentes, las ciencias aplicadas de la ingeniería psicofarmacológica y la posología psiconáutica, junto investigaciones científicas sobre las farmacogenética de la idiosincrasia de los embriagantes, y la farmacología del placer.
● Ciencia de las drogas. Propuesta necesaria.

Pareciera que el reino vegetal a parte de darnos alimentos para el cuerpo, nos brindara alimentos para el alma. Esta reflexión la escuche o leí no me acuerdo de quien ni en qué lugar, igual no importa. Lo que importa es que las drogas como recursos naturales son entre otros elementos fuente y origen de inspiración animal, cultural y social.

El quid del asunto sociocultural se devela en gran medida desde y a partir de las drogas. Así las drogas se consolidan como medio y fin en sí mismas, no solo a la hora de estudiarlas, también a la hora de relacionarse con ellas. Es decir, las drogas no solo son objeto de estudio en sí mismas, también son medio y vehículo de estudio y adaptación que durante milenios se han prestado al hombre. Tienen historia, se relacionan con religiones, culturas y conocimiento, inciden en diferentes aspectos de la realidad social colombiana, la colonización, los carteles, la política sobre drogas nacional.

Como lo propone Peter Furst (1976), es a partir de la ausencia o presencia de drogas que se catalizan, generan y perfeccionan los múltiples procesos sociales. Independiente del grado de complejidad manifiesto por las sociedades, el que las drogas estén o no presentes en el medio, imprimen diferencias culturales radicales.

Dejando a un lado esta discusión y pretendiendo ser propositivo en torno a la estructuración y sistematización de la Ciencia de las Drogas, sugiero tener en cuenta los posibles fundamentos científicos que sostienen y alientan el estudio de las drogas, la metodología de estudio desarrollada en torno a ellas y las posibles líneas de investigación que se proyectan.

Por tal motivo debemos tener en cuenta los elementos expuestos en los apartes anteriores y los extraídos de la muestra base, a partir de los cuales, se observa que en términos históricos solo a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se empieza a desarrollar una línea aplicada al tema de las “drogas” encaminada a saber que eran las drogas y de donde provenían.

En un segundo momento, hacia la década de los veinte y treinta se intenta saber porque la gente tomaba drogas y cuáles eran los efectos que estas tenían en el organismo y el medio social. Por tal motivo se intenta clasificar las “drogas” según sus efectos, premisa que guiaba el conocimiento sobre drogas en términos de la acción química que tuviera la sustancia sobre el usuario. Esta tendencia da relevancia a las características intrínsecas de las drogas y los efectos psicológicos que estas sustancias generan en el individuo que las consume.

En un tercer momento la investigación social en torno a las “drogas” se interesa en saber como el medio ambiente y el contexto social incide e influye en la realidad que sobre las drogas se construye en un momento determinado, y viceversa; como las drogas en sí mismas y las realidades que alientan y conducen, influye sobre aspectos individuales y colectivos de un contexto social específico en un momento histórico puntual.

Lo anterior se fundamenta desde la epistemología de las drogas si tenemos en cuenta que en la actualidad a nivel teórico se aprecia que el tema de las drogas tiene una base biológica innegable con repercusiones sociales difíciles de obviar. La similitud estructural que a nivel molecular poseen las drogas con algunos neurotransmisores y hormonas permite la asimilación de estas sustancias por los organismos y el desencadenamiento de efectos de alteración o modificación de la conciencia de quien o quienes consumen drogas.

Además, a nivel del contexto social encontramos que drogas pueden ser muchas cosas, pero solo son las definidas culturalmente como tal; así se habla de drogas duras, drogas blandas, sagradas, paganas, drogas listas, drogas tontas, drogas institucionalizadas, no institucionalizadas, institucionalizadas con posibles usos extralegal, drogas prohibidas, drogas permitidas, drogas que alivian, drogas de vicio, drogas que matan. Sustancias que adquieren múltiples significados y sentidos en los diferentes contextos sociales donde se desenvuelven.

Sumado a lo anterior se debe tener en cuenta que la metodología propuesta para el abordaje de estos objetos viene marcada por las tendencias que los diferentes enfoques disciplinarios plantean y por el interés propio de cada investigador. No obstante, cuando se intenta conocer sobre drogas aparte de ir a la teoría y las diversas técnicas de investigación científicas, se plantea en un primer momento como lo hiciera Heffler “los auto ensayos” o bioensayos, que implica que el investigador de las drogas se relacione estrechamente con su objeto de estudio (Ott Jonathan1998: 129).

Ante este aspecto hay que tener en cuenta aquella premisa Weberiana la cual reza que no hay que ser el cesar para saber lo del cesar. Es decir para conocer sobre Jack el destripador no tengo que matar a doce o trece personas, no obstante en el caso de las drogas, dado su carácter intrínseco, los efectos en el individuo, y las diversas funciones y sentidos que adquieren en contexto, se hace en parte necesario el consumir para saber y así conocer sobre drogas, planteándose una interrelación (innegable y delicada), entre la objetividad del objeto y la experiencia subjetiva del sujeto que investiga.

Consecuentemente son el carácter intrínseco que a nivel estructural posee cada tipo de droga, sumado a los diferentes efectos que pueda tener sobre el individuo que las usa y el contexto social de uso que rodea las diferentes prácticas asociadas con drogas, los ejes centrales para el desarrollo del estudio social de las “drogas”.

A este elemento y luego de conocer trabajos de la antropología de las religiones en el Brasil expuestos en el II CURA (Congreso de usos rituales de ayahuasca, por sus siglas en portugués), me gustaría añadir que al interior del tercer eje de estudio, el del contexto social de uso se han desarrollado a la vez, diferentes niveles de análisis.

Uno involucra al individuo y la transformación subjetiva que éste experimenta dada la relación con las drogas (David Aberle realiza una aproximación en “The peyote religion amoung the Navajo”, de 1966). Otro nivel se centra en el análisis de los sistemas simbólicos cargados de contenidos y formas de expresión significables generados a partir de la relación con las drogas. Y un tercer nivel, enfocado a las “drogas” como organizadores de la información y catalizadores sociales que permiten la comprensión y explicación de diversos fenómenos sociales.

En conclusión sobra sugerir que cada investigador científico tendrá que abordar sus problemas desde el enfoque pertinente para cada caso, intentando no confundir una sociología o antropología de las drogas con la ciencia de las drogas. En este sentido se debe tener en cuenta que la producción científica en torno al tema de las drogas es un asunto investigado, pero poco estructurado y sistematizado de manera formal. Falta una mayor síntesis de lo realizado hasta el momento y esforzarse por enriquecer y encontrar los aspectos comunes y lineamientos de trabajo en los cuales desarrollar la labor.

La propuesta que se puede extraer de este ejercicio para aquellos que trabajamos el tema de las drogas es que a nivel de las disciplinas sociales se requiere por un lado una organización mancomunada de las personas que estudiamos las drogas, y por otro, generar conocimiento que impacte, sensibilizando a la sociedad en pro de la comprensión y explicación del fenómeno de las drogas, el cual se ha tornado altamente problemático y requiere alternativas y soluciones efectivas, eficientes, y eficaces cuanto antes.



HACIA UNA PROPUESTA POSPROHIBICIONISTA DE LAS DROGAS

“Pensar un problema, es peor que pensar una solución”, así reza parte del poema de las plantas y resulta más que válido para expresar esta idea del posprohibicionismo, planteada de manera célebre por Juan Gabriel Tokatlian en el texto de referencia “Drogas y Prohibición, una vieja guerra un nuevo debate”. Esta propuesta rebasa las polaridades del antiprohibicionismo y demuestra alto grado de autorreflexión en la construcción de políticas sobre estas sustancias.

Algún día mientras veía por televisión como la Policía Nacional con ayuda de la Monsanto derramaban glifosato sobre cultivos ilícitos, me preguntaba, ¿Porqué en vez de derramar glifosato, no se cambia el sentido y fin de los cultivos ilícitos?, a la par, mientras trabajaba con población vulnerable o en situación de calle en la localidad de Santa Fé en Bogota, me preguntaba ¿Porqué no se sustituye el consumo?

Obviamente a primera vista resultan apologéticas estas propuestas, pero si miramos con detalle no es tan descabezado. Si el gobierno nacional tuviera intenciones sanas, o demostrara inteligencia en sus acciones, generaría, como lo hace en la actualidad, cuadrillas de raspachines y amapoleros, que intervengan los cultivos, pero no con el fin de erradicar manualmente las plantas de coca o amapola, sino con el fin de recolectar las hojas de coca y el látex de la amapola con fines no psicoactivos.

Si el gobierno y las entidades de protección social, salud y educación, fueran menos paquidermos y se despojaran de algunos prejuicios, generarían campañas educativas más eficientes, eficaces y efectivas, dirigidas a educar los individuos que en sociedad se puedan encontrar, o no, con estas sustancias. A la par se sugeriría que se abandone el objetivo de prevenir el consumo, pues las drogas han estado y seguramente estarán en relación con la humanidad, de hecho cada día hay más personas que consumen drogas y la tendencia va en aumento. Es más, si fuéramos modernos, como lo son los Suecos, estaríamos sustituyendo consumo de cocaína o bazuco por el mambeo de hojas de coca, o por lo menos surtiríamos las calles con drogas limpias de buena calidad que no generen adicción y se podrían consumir en lugares limpios y seguros.

Esto se justifica si tenemos en cuenta que la hoja de coca aparte de contener cocaína, posee otros elementos, algunos alimenticios, es una de las mayores fuentes de calcio, y se pueden derivar harinas comestibles, inclusive bebidas gaseosas tipo Koka Sek. Por otro lado del látex de la amapola se genera el opio y de este se deriva morfina, codeína y otros medicamentos esenciales para la farmacopea moderna. Sumado a lo anterior, se debe tener en cuenta que la adicción y dependencia a las sustancias en parte la genera la baja calidad de estas sustancias, el ejemplo típico es el bazuco, sustancia que es ripio o sobra del proceso de cristalización de la cocaína, y derivado de su baja calidad genera la necesidad en quien lo consume, de volver a requerir la administración de dosis. El “chirrete” o bazuquero busca la dosis de estas sustancias más por la insatisfacción que genera un placer no alcanzado, que por antojo o querer un vicio mortal.

Estos planteamientos justifican un cambio de estrategia de intervención estatal, al interior de la cual se genera un cambio de función y sentido de los componentes de estas plantas. Si el problema son los elementos que generan psicoactividad y derivan en dependencia, pues extraigamos los elementos que son alimenticios o medicinales y no contaminemos el ambiente, ni desperdiciemos miles de dólares en combatir unas plantas que están para ayudar al humano, no para matarlo.

Esto requiere ante todo un cambio de actitud frente a las plantas prohibidas y sus derivados. Este cambio de actitud exige una base científica que ayude a desmitificar y desestigmatizar estas plantas. Sumado al factor educativo, se requiere una voluntad política indeclinable que demuestre autorreflexión en sus propuestas. Generar estrategias posprohibicionistas donde el interés económico de la parapolitica y narcocracia abandone su lucrativo negocio, ya sea por sensatez o por presión del pueblo.

Cuando lleguemos a este nivel de comprensión del fenómeno drogas, no solo podremos estar orgullosos de nuestra nación, podremos generar empleo, alimentos, y seguridad pública alrededor de estas plantas. Esto obviamente implica un cambio en el paradigma político que navegue de un estilo político de “guerra contra las drogas” a un estilo político “posprohibicionista”.

En la inmediatez es vital recalcar que el pueblo es ley, aunque en Colombia el pueblo es carne de cañón, sin embargo, y así las contradicciones de la ilustración se maticen de manera nefasta en nuestro país, es necesario generar un proceso operativo y democrático que derogue la actual política sobre drogas, buscando construirla desde la base, desde el campesinado, desde el usuario, desde la ciencia y el sentido común, para que así se demuestre que las políticas prohibicionistas no están al servicio de las mafias políticas, que la conciencia política del pueblo colombiano no se vende por concesiones norteamericanas, que una voz común del pueblo se vea reflejado en el siguiente desafío, “Las plantas no son como las pintan”.





BIBLIOGRAFIA PRINCIPAL

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- Tokatlian Juan Gabriel. “Conclusión: Drogas ilícitas y nuevo paradigma: hacia un debate postprohibicionista” en “Drogas y Prohibición: Una vieja guerra, un nuevo debate”. Ed Libros del Zorzal. 2010.


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